viernes, marzo 21

Las violetas son flores del deseo

"Aunque no nos atrevamos a decirlo, toda pasión tiene un origen y un nombre cercanos"
Casi siempre hay citas en los libros que le quedan a uno grabadas, esta es una de las que se me quedó de este libro, no podemos desear nada que no hayamos visto antes, sino, ¿porqué creen que gastan tanto en publicidad?, aunque en este libro se trata de pasiones secretas, pasiones que se ocultan dado que no son muy aceptadas por la sociedad, deseos clandestinos, pleceres culposos.
El personaje principal encuentra la forma de proyectar sus deseos en muñecas, muñecas para adultos con aparincia de niñas, la autora menciona en su novela a un artista llamado Hans Bellmer, que creí sería un personaje ficticio, pero la red me sacó de dudas y esta novela me hizo recordar otra novela, Los cuadernos de don Rigoberto, la cual me hizo conocer la obra del artista Egon Schielle, en esta ocasión conocí la obra de Hans Bellmer que está compuesta en su mayoría de esculturas, fotos y dibujos, pero todos con el tema central de muñecas, muñecas desarticuladas para formar imágenes transgresoras y surrealista, esto me agradó de la obra, que te deja algo más que sólo la simple lectura, que te mete más al ambiente de la historia al visualizar algo que forma parte de la trama y que te hace tomar un papel menos pasivo.
Lo que no me gustó es que como parte de la trama apareciera una secta como en el libro de Dan Brown este ingrediente me dejó un poco desilusionado, estaba bien, no tenía necesidad de ese ingrediente Dan Brawniano, pero bueno, es mi punto de vista habrá quien opine que es un buen toque a la obra.
Se trata de un libro corto de 135 páginas y margenes enormes, por lo que te lo acabas en dos días máximo.
Esta es la primera obra que leo de esta autora, sé que es mexicana, que ha sido finalista del famoso premio alfaguara, pero si quieren saber más sobre ella y su proyecto multimedia nacido del libro Cuerpo naufrago, dense una vuelta por su sitio oficial http://www.anaclavel.com

Si en mis entradas de música suelo dejar una rola para que la degusten, en este caso dejaré un parrafo para que lo lean y quien quita y les queda la curiosidad de leer el libro.

"Para que dos se condenen basta una mirada. Para que se reconozcan y se palpen, para que sepan santo y seña, para que dialoguen, acallen, vociferen en el idioma sin palabras del pecado. Para que lo compartan con ese lazo indisoluble e irrenunciable de la culpa gloriosa, la que proviene del pozo sin fondo del deseo que sólo es hambre e instinto. Una mirada sola. No hace falta más. Para perderse y -¿porqué no reconocerlo de una vez?- también para salvarse, irrevocablemente."

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